La vida cotidiana está atravesada por la tecnología. Pero, a lo largo de la historia y de las transformaciones, hay una cuestión que resulta esencial para la integración de las personas, para la conformación de equipos y para el sostenimiento de una empresa u organización: los valores. De eso expusieron la profesora emérita del IAE, Silvia Torres Carbonell, y de Florencia de De Zavalía, fundadora de Zelmira Learning, una plataforma pedagógica de inclusión. Fue durante uno de los paneles del quinto encuentro regional de la Asociación Cristiana de Empresas (ACDE Tucumán), bajo la consigna “Educar para emprender. La vida con valores”, con la moderación de Denise Toll, fundadora de Matternity.
Torres Carbonell abrió la charla desarrollada en el Hotel Sheraton Tucumán con una participación del público acerca de las nociones de privilegio y de justicia. Parafraseando la parábola del talento, la docente del IAEmprende indicó que “la única forma en que los privilegios no sean injustos es cuando se transforman en servicio”. La especialista reafirmó que la educación es la columna vertebral de una persona, para levantarse, dar los primeros pasos, correr y saltar en la vida. De la misma manera sucede en las empresas. “Emprender y educar con valores no es de cualquier manera”, subraya. Desde hace tres décadas, Torres Carbonell viene capacitando a emprendedores. “Educar es formar personas íntegras, no necesariamente información y conocimiento. Es transmitir valores, acompañar de cerca para generar vínculos, a través de la confianza”, expone. Eso vale tanto para las cuestiones personales como para el desarrollo laboral o profesional.
La titular de la Fundación Ruta 40 remarca que las sociedades más desarrolladas son aquellas que, entre sus miembros, hay verdaderos vínculos de confianza, sean por tradiciones milenarias, como las orientales, o bien por un sistema de premios y castigos, como sucede en las sociedades anglosajonas. “El castigo fue desapareciendo a medida que los habitantes lo reconvertían con hábitos culturales”, agrega.
A partir de una experiencia personal, De Zavalía cuenta que Zelmira Learning nació como una manera de generar oportunidades a aquellas personas que, generalmente, son excluidas de distintas actividades por tener capacidades diferentes. Desde esa perspectiva social, en ciertos ámbitos se observa que la discapacidad es una carga. “En todo caso, es una oportunidad”, afianza. La especialista en pedagogía infantil cuenta que, cuando un profesor hace una adaptación para un alumno que lo necesita, no sólo le acerca la posibilidad de potenciarse a esa persona, sino que enriquece a la clase desde la diferencia en la que cada uno puede aportar, respetar tiempo y, algo que, a su entender, es más importante: dignificar. “Cuando alguien se atreve a mirar más allá de quién es, de lo que puede o no puede hacer o de lo que tiene o de lo que carece, se mirará a la discapacidad o a la inclusión como una oportunidad más que como una carga”, remarca. En muchos casos, acota, puede que aquellos que son más ordenados sean los que tienen capacidades diferentes. En ese aspecto, puntualiza que en el caso de los alumnos con capacidades especiales, sus compañeros tienden a naturalizar más el trato y la inclusión, mientras que a los padres les cuesta un poco más. “Los chicos lo tienen más naturalizado; no ven a la inclusión desde arriba; miran a sus pares con capacidad especial como futuros colegas o socios”, fundamenta.
En el panel, Toll lanzó la siguiente consigna: ¿cómo usar la tecnología disponible en el marco de los valores?
Torres Carbonell hace la primera distinción: la tecnología avanza más rápido que los marcos éticos. “Puede ayudar a las próximas generaciones, pero no se dejen arrastrar, sino que deben ser usadas con propósito y con valores”, recomienda. La mentora recuerda una frase de Edward Wilson, uno de los científicos más reconocidos del planeta, acerca de la dicotomía de la humanidad: una mentalidad paleolítica, con instituciones medievales, pero entre las manos tenemos tecnología de los dioses, que pueden solucionar problemas a miles de millones de personas a velocidades impensadas y a costos inferiores.
De hecho, aporta De Zavalía, Zelmira es una herramienta de inclusión. Toll, en ese sentido, insiste respecto de los riesgos que se corren si es que no se usan con valores. “La tecnología es una arma de doble filo. Puede ser muy positiva en tanto haya un propósito humano de por medio y valores, como los que aplicamos con nuestra plataforma que nos ayudó, a su vez, a darle escalabilidad para que llegue a más chicos. Allí surge la equidad para darle a cada chico lo que necesita puntualmente”, define. Por esa razón, la especialista, fundamenta que el desafío es transmitir valores aplicados a la tecnología, citando la dignidad, para aprender a querer al otro por quién es; la equidad, para darle a cada uno lo que necesita; y la colaboración, para un trabajo en equipo, sea dentro de un colegio o de una empresa. Todo esto, al decir de Torres Carbonell, permite encender la llama interior del emprendedurismo en cada persona. Y, al finaliza su exposición, sostiene que el mejor modelo para aplicar las virtudes es la familia.